La Vitamina C, esencial para el correcto funcionamiento del organismo, no la conseguimos sintetizar de manera autónoma y, por lo tanto, la tenemos que obtener a través de la alimentación. Las principales fuentes de Vitamina C son las frutas y verduras frescas (por ejemplo: cítricos, kiwi, pimientos, brócoli y espinacas).
La cantidad diaria recomendada de vitamina C varía en función de la edad y de las condiciones de salud de cada persona. Un aporte insuficiente, sobre todo de manera prolongada en el tiempo, puede tener consecuencias negativas para la salud.